Al vaquero de la cicatriz le sudaban las manos cuando se ponía nervioso. Desenfundó el arma para limpiarla pero le resbaló el dedo y se disparó. Dio al tobillo del cura, a un koala y una tercera bala se perdió en el cielo. El sherif salió en su búsqueda pero era cojo y nunca llego a alcanzarle. Sherif y vaquero de la cicatriz dando vueltas por la plaza en desigualdad de condiciones. El cura no dio misa aquella tarde por lo que Dios se disgustó un poquito y mando un rayo que partió la campana de la iglesia. El herrero del pueblo empezó a fraguar otra campana. La señora Johnson recuperó su fe.
El koala muerto por el vaquero de la cicatriz era la mascota de un cazarrecompensas. Al verlo muerto se compró otra. El dueño de la tienda de animales de compañía, contento. El presidente de la protectora de animales, confuso. Llegan los indios a quemar el pueblo, matar a los hombres, violar a las mujeres y arrasar las cosechas. Pero resulta que se han dejado el hacha de guerra y se les hace tarde y ya no les queda tiempo y les da pereza. El shérif cojo atrapa a la nueva mascota del cazarrecompensas, pero no tiene mérito ya que es una caracola.
El cura cuelga sus hábitos. El herrero, harto de hacer campanas, los descuelga y se hace cura. La señora Johnson vuelve a perder su fe. El de la protectora de animales la encuentra dentro de un plato de sopa. Vuelven los indios, pero han vuelto para hablar. Nadie les entiende. El dueño de la tienda de animales consigue venderles un hámster. El vaquero de la cicatriz quiere pedir perdón públicamente, pero entonces cae la tercera bala que se perdió en el cielo y le da en medio del cráneo. Todos se quedan en silencio viendo fluir esa sangre oscura de su cabeza y la belleza de unos ojos abiertos sin vida y unas manos serenas que nunca más se equivocan.
[imposiblenoexisto]
