Alza la vista al cielo. Podrás ver su infinita azul tendencia al infinito. Pero si el día está lo bastante claro podrás retroceder hasta la base misma de tu mirada y ver como nadan los bichitos de tu retina. Moviéndose infatigablemente en el mar de tus ojos a gran velocidad, creando una coreografía estrellada de espasmódicos movimientos estilo crol o mariposa. Microseres olvidados de un mundo paralelo que han estado siempre en cada imagen de cada recuerdo de tu vida.
Ellos miraron contigo ese trocito de marfil cuando se te cayó el primer diente, viajaron contigo y vislumbraron aquellos paisajes, se morían de sueño aquel amanecer de noche de verano en que no querías ir a dormir y notaron que el líquido de su hábitat se volvía más espeso enamorándose contigo cada vez. Y entonces notaban que había un bichito nuevo con cuerpo de ser humano diminuto que deambulaba de un lado a otro volviendo loca tu pupila de tanto buscarlo.
Y así pasa el tiempo vagando del infinito a tu retina en apenas un segundo, buscando la dioptría del refugio de los dos extremos de las cosas que se ven. Vuelves la vista al cielo y ves como una gaviota consigue atrapar uno de los bichitos que nadan en tu retina y se lo come.
[imposiblenoexisto]