Los calcetines no están en el cajón, los calcetines no están en el cajón.
– El suelo avanza sobre la retina de mis ojos de arriba a abajo, de arriba a abajo.
– Estoy solo cada vez más solo en medio de otras soledades.
– Los dos puntos que separan la hora de los minutos del horario de llegada del tíquet del tren nunca se llegan a juntar y un viajero minúsculo recorrería una distancia exquisita hasta cubrirlos.
– El sonido del tren siempre llega en primer lugar, luego la imagen del tren y, finalmente, en tercer lugar y último, llega el tren. A veces, el sueño del tren se adelanta a todas las otras carencias de tren y llega mucho antes. Pero siempre colisiona con la pared de la estación, la cobertura de cristal del reloj, la carpeta del viajero, el orgullo del mundo o la membrana de amargura del cambio para el taxista.
– Estaciones de vinagre derramándose por las ventanas.
– Pálidas muertes en el tren, kamasutra de posturas de dormir y asientos vacíos y ocupados que suenan al compás de replicas de piel. Margaritas grises y mises de encargo. Postura en L contorsionista una hora de sueño.
– Despertador llegada en tren boomerang rozador de ciudades rotas. Cósela en costura caminada, modalidad a pie-instinto de desplazamiento.
– El metro es un tren que ha superado con terapias y voluntad su claustrofobia y su miedo a perderse la tópica realidad del fino milímetro de corteza terrestre que separa lo blando del aire de la dura tierra. Tierra destino.
– El sueño de ver a los pájaros volar agarrados a las ramitas del aire hecho tópica realidad.
– El aeropuerto se pierde en el mismo aeropuerto por los pasillos que llevan a más pasillos sucesivos y se dice que al final alcanzas el definitivo pasillo final infinito y etéreo que goza de perfección, omnipotencia y que es reflejo ideal de todos los pasillos del mundo y de cualquier pasillo habido y por haber.
– Ventanillas terminales y cajeros automáticos en forma de persona que expenden monosílabos y abstracción. Finalmente, un billete de avión en cuya cuarta esquina te puedes sentar a esperar que salgas flotando o tomar cocacola intravenosa.
– Avión por fuera supositorio gigante con alas.
– Avión por dentro texturas, bostezos, direcciones, tiempo.
– Azafatas caminando, lejos de la corteza, lejos de los párpados de persiana de las casas del fondo, lejos de su soledad, dentro del supositorio y tan lejos de todo que te ofrecen un zumo.
– Comida imantada al plato para que no salga volando por una ventanilla mal cerrada. Pueden guardar su gula en los compartimentos de encima de sus cabezas, mientras, sus cabezas viajan seguras y precintadas en el maletero del avión. En caso de emergencia, debajo de sus asientos encontrarán una cabeza de recambio y podrán hacer uso de ella tirando de la anilla, así, ven? así.
– Oh, no Me he dejado la cabeza en casa con el cepillo de dientes y todo dentro de ella.
Tranquíicese, no hay ningún problema, vamos a poner una película.
– El vuelo se retrasa porque vamos en la dirección de la rotación de la tierra y nuestra isla de destino se mueve y la tenemos que perseguir. Si vemos que no la alcanzamos daremos media vuelta y la sorprenderemos por la otra punta del mundo.
Pero las islas son lentas y conseguimos atraparla. Llegamos a un pasado remoto cinco horas antes del presente exacto. Todo lo que nos ocurre ya ha sucedido hace un buen rato en las siluetas de vacío que recorren como fantasmas las calles de nuestro pueblo.
– Estoy un poco mareado de tanto girar mi cabeza en la cinta transportadora mientras yo tenía que sacarle un permiso de estancia en el planeta tierra por segunda vez después de mi nacimiento.
– Mismo idioma, gente diferente, palabras de siempre con otra canción.
– Me adentro de persona en persona por casi un centímetro de tablero de Risk dejando propinas de pan para poder encontrar el camino de vuelta.
– Colección de estampas de trocitos de recortes en 8 milímetros de películas de ayer y un aire un tanto más espeso disminuye el ritmo de la actividad de la gente. En cada cara una historia imposible de contar que avanza irremediablemente hacia ese último pasillo.
– Llegamos a te dejan una habitación porque estás tan lejos de tu casa que irte a dormir a ella sería realmente complicado previo pago.
– Habitación limpia, water precintado para que no se cuele por el bidé, en el espejo la misma cara de siempre, parece que no he ido lo bastante lejos. Enciendo la tele y veo el futuro a pesar de mi y no cambia nada. Saco los calcetines de mi cabeza y los meto en el cajón.
– Los calcetines están en el cajón. Fin del viaje.
[imposiblenoexisto]
